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Locales

"Un pesebre en una nuez"

En las proximidades de las fiestas navideñas, compartimos el cuento que obtuvo el segundo premio en el concurso de Cuentos de Navidad organizado por la Sociedad Argentina de Escritores Seccional Coronda en este año, y publicados en una obra conjunta con los demás premios y las mensiones.

La nómina de ganadores del “Segundo Certamen de Cuentos de Navidad”

 

Primer Premio: cuento titulado “ Navidad con sorpresas “ de OSVALDO BORDONE de Rosario.

 

Segundo premio: “Un pesebre en una nuez” de  MABEL PRUVOST DE KAPPES de Esperanza.

 

Tercer Premio:”Diferentes Navidades para un mismo corazón” de CELIA CAMILATTO DE URTIZBEREA de Corrientes (Ctes.)

 

 

 

Primera Mención : “El monstruo de telgopor “ de LILIANA SAVOIA de Rosario

 

 

 

Mención de Autores locales : “Algunos chicos” de MARÍA CRISTINA MACIEL.-

 

 

 

El Jurado estuvo compuesto por las escritoras Prof. María Beatriz Bolsi de Pino, Susana Persello de Marconetti y Lucía Ambrogio de Pistacchia , con la Coordinación de la Prof. Teresita Campana de Olivares, miembro de la Comisión Directiva de SADE Coronda.

 

Un pesebre en una nuez

 

 

 

La vida de la abuela ya no es la misma. Las fiestas también tienen el sabor amargo de la tristeza. Después del accidente de los chicos, un 6 de enero, hasta la sola mención de las festividades de fin de año le provoca una insuperable melancolía.

 

Toda la familia piensa que en cualquier momento la pierde. La abuela se sienta frente a una ventana y vela sus ojos al mundo.

 

Hoy ha venido Jerónimo, el más pequeño de los nietos. Entra llevándose el mundo por delante. Entrega a cada uno un obsequio: una canasta de besos a la tía Estela, un muñeco de dulce al abuelo, a mi madre le trae ramas verdes dobladas de frutos rojos, y después mira a la abuela y yo intento frenarlo, pero se escapa.

 

En dos pasos desgarbados de adolescente cruza la estancia y se arremolina a los pies de la anciana.

 

Sopla en la cuna que arma con sus palmas y las abre para que iluminen los ojos tristes con un pequeño pesebre de tiza, montando en media nuez, tapizada de papel rojo.

 

Todos quedamos en suspenso. El silencio sobrecoge y transporta.

 

La mirada gris de la abuela se tornasola y la miniatura cobra vida, sólo para ella.

 

Una lágrima se desliza por su rostro curtido y nos cuenta:

 

-Es un milagro. El pequeño Niño abrió sus brazos, los extendió hacia mí y, en una sonrisa de sol, me dijo: "No estés tristes. Tus nietos gozan de la vida que ya nadie puede quitarles".

 

La abuela se levanta. Mira nuestro estupor y pregunta:

 

-¿Qué esperan? Vamos a festejar, que esta noche nace el Niño. No hay razón para estar tristes

 

Le hace un guiño a Jerónimo y él sonríe mientras mira de reojo la escena de la nuez.

 

Mabel Pruvost de Kappes

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