Le pondrán el nombre de Emanuel... Dios con nosotros” - Padre Nicolás Houriet - Parroquia Sagrado Corazón de Jesús.
Queridas familias, no queremos que estas fiestas pierdan año a año su verdadero valor, ni se extravíe el significado que tienen para el pueblo creyente y aún para el que no cree pero se reúne y celebra. Parafraseando al Papa Benedicto XVI quiero rescatar una de sus ideas en la que dice que aunque muchos no conozcan el verdadero significado del nacimiento de Jesús no podemos negar que este día despierta sentimientos de hermandad y el deseo de que la relación con los que nos rodean mejore en cada momento. Muchos pueden no darle a esta fiesta el sentido cristiano que se merece, sin embargo, los regalos, la reunión familiar, etc. ponen de manifiesto que no todo es malo en el corazón del hombre. Existe en lo más profundo de cada persona el deseo de que los tiempos que vivimos estén más empapados de fraternidad y paz. Éste es el Emanuel, un Dios que ya nació en la historia pero que hoy quiere volver a nacer entre nosotros, gestándose como forma de caridad y llegando a ser dado a luz en la acción. Por eso los invito a renovar estos sentimientos hacia el fin de año, ¡pero cuidado!, no está todo en lo que sentimos sino en lo que sabemos que es bueno en sí mismo y que es legítimo y justo pedir. Pidamos entonces esta caridad entre nosotros, para vivirla con el hombre íntegro: el pobre, el niño, el joven o adulto, el recién concebido y el anciano. Que tengan provechosos festejos navideños, Dios los bendiga.
Hay muchas maneras de celebrar, pero debemos vivirla desde Cristo - Padre Luis Brizzio - Basílica Natividad de la Santísima Virgen.
Hay muchas maneras de celebrar la Navidad… Algunas más alejadas del acontecimiento que origina la celebración, otras más cercanas y también las centradas en ese suceso. El acontecimiento histórico es el Nacimiento de Jesús, quien habiendo asumido nuestra condición humana, por obra del Espíritu Santo, en el vientre purísimo de María, quiso nacer como toda persona, como cada uno de nosotros.
Las distintas maneras de celebrar la Navidad están impulsadas, fundamentalmente, por tres razones:
- La profundidad del conocimiento de Cristo, donde el misterio de Cristo es insondable y siempre es necesario ocuparnos en descubrir, conocer y penetrar más en él. No podemos contentarnos con lo aprendido en la catequesis, que sólo es una introducción, de modo que habiendo llegado a la juventud o adultez nuestro conocimiento de Cristo es como el de los niños o peor porque ahora, ya maduros, queremos más fundamentos sobre lo aprendido. Así pasa que estamos permanentemente actualizándonos, pero en el conocimiento de la fe nos quedamos atrasados.
- La convicción de nuestra piedad cristiana donde el conocimiento de Cristo debe asumirse y trasladarse a los actos que manifiestan, acrecientan y actualizan nuestra fe por su constante realización: la oración personal y comunitaria, y de ésta, la más importante, la Santa Misa, la lectura asidua de la palabra de Dios, la meditación, las visitas al Santísimo Sacramento, el rezo del Rosario, las expresiones artísticas y los actos de relación de nuestra vida con Dios.
- La valentía de nuestro testimonio de amor a Cristo, porque conociendo cada día más a Cristo y convencidos de la necesidad de vivir nuestra relación con Él en actos concretos, Él transformará nuestra vida hasta poder manifestarle nuestro amor sincero y contagiarlo a los que nos rodean.
Desde Cristo viviremos todo lo demás: la reunión familiar y con los amigos, la comida y la bebida, los regalos, el descanso, las conversaciones y el saludo y la alegría, las salidas y la diversión… Entonces, ¿cómo estoy pensando celebrar la Navidad?
¡Feliz nacimiento de Jesús!
Amanecer sobre Belén - Pastor Jorge Buschiazzo - Iglesia Evangélica del Río de la Plata.
En la oscuridad de la noche de Belén, desde un pesebre sucio y maloliente, asoma, tímida, una luz que irradia suavemente sus rayos en medio de la oscuridad de un mundo indiferente e incrédulo, alejado de Dios y dedicado a sus propios placeres. ¡Se ve tan pequeña en medio del caos y la desesperación! ¿Qué valor puede tener frente a tanta injusticia? ¿Qué armas para enfrentarse a los dioses de una sociedad corrompida, tales como el afán del dinero, la soberbia del que puede más y la carencia de valores morales?
Si quien la representa es apenas un débil niño, sin poder ni recursos materiales, que en su gran desprotección pronto huirá en los atemorizados brazos de sus padres del cuchillo del cruel Herodes. ¿Podrá Él vencer el odio, la maldad, el desamor? ¿Podrán sus pequeñas manitos atar los lazos rotos entre su Padre en los cielos y las pobres criaturas caídas en pecado? ¿Podrá su inocencia contra el pecado, su pureza contra tanta maldad en el mundo?
Más de dos mil años después amanece una nueva Navidad. Tal vez la última en que tímida la pequeña luz de Belén ilumine, ahora sí, con toda su potencia, recordando a la raza humana, distraída, el nacimiento de Cristo Jesús, del Dios hombre, de su Redentor.
Hoy el pequeño niño de Belén, quien no tuvo lugar donde nacer dignamente, llega a nosotros en esta Navidad para decirnos, una vez más, su mensaje de paz, esperanza y amor. Y nosotros una vez más podemos decir:
Navidad. Sí a la vida, un niño nuevo que ya no muere. Nació el amor, ya para siempre, esa es la vida que no envejece, luz en la noche de todo el mundo, fuego en la tierra y Dios lloviendo, llueve que llueve.
Navidad. Abrir las manos y abrirse todo, que llueva la gracia, que llueva el cielo. Dios nos regala y se regala, regala vida y Él vive dentro, tú ya no vives, ya nació en tí un niño nuevo.
Navidad. Vivir para darse, para dar vida, sembrar la vida por el desierto, hacerse ternura y pan crujiente, hacerse madre, samaritano de los caminos, hasta gastarse.
Navidad. Defender la vida que está creciendo, rescatar la niña del buitre malo, decir que no a cualquier Herodes, maldecir a la muerte y a los señores de la guerra, la droga y la rapiña, y dar la vida para que el niño viva.
Navidad. Seguir la estrella y hacerse estrella, llevar la paz y la alegría, abrazo vivo del arco iris a los niños, a todo el mundo, ecología de los espíritus, un reino nuevo.