El consumo de drogas hace estragos en casi todas las comunidades. Esperanza no esta ajena del flagelo que afecta cada día a más jóvenes. Anoche en el programa Sin Vueltas (Play TV) , Maximiliano, un adicto que logró salir de ese infierno y Juan, padre de un chico que esta en plena recuperación relataron sus experiencias.
A modo de introducción Maximiliano comentó que empezó a consumir a los 13 o 14 años, “al principio como un juego, como una avivada, como parte de la salida de los fines de semana a los boliches. Pasa que te encontrás con otra gente, que anda en cosas malas y entrás de a poco. Empecé a juntarme con esa gente que se drogaba y consumí para probar”.
Recordó que “al principio los fines de semana con marihuana, después el vicio fue aumentando, siguieron los lunes, los martes y así llegué a que si o si cada día tenía que consumir y cualquier tipo de droga”.
Señaló que en esos años no era tan sencillo comprar estupefacientes, “tenía que viajar a Santa Fe para conseguir, ahora es más fácil que antes, ahora hay muchos kioscos, antes tenía que buscarla y viajar en colectivo”.
Más adelante manifestó que “llega un punto que no te importa nada, ni tu familia ni tus amigos, ni vos mismo, sólo buscaba droga y punto, corría peligros, yo no me daba cuenta. Ahora lo veo porque salí”, agregó.
“El dinero lo conseguía de cualquier manera, a veces trabajaba, pero no dura mucho un adicto en ningún trabajo, por eso robaba todo lo que podía –detalló Maximiliano - pasé de la marihuana a la cocaína en pocos meses, una cosa lleva a la otra. Primero cigarrillo y después porros y después lo que venga”.
También argumentó que “hay una actitud de rebeldía que te prepara para el consumo, uno de a poco se va metiendo sin darse cuenta. La droga es muy astuta, nunca pensás que estás enfermo, uno piensa que esta bien. Y decís que si querés la dejas como que vos la dominas, pero no es así. Ahora me doy cuenta porque estoy afuera, pero sino no te das cuenta, la droga te domina”, enfatizó.
“Los que más sufren son los que están alrededor tuyos sin dudas –señaló el joven – me dije, tengo que cambiar, cuesta mucho, pero llegó un momento que todos estaban cansados. Mi madre, mi abuelo, la policía iba todos los días a mi casa. Mi vida estaba descontrolada, la droga era parte de mi”.
Entonces se produjo el quiebre, “le dije a mamá que quería cambiar. No daba más. Empezaron a buscar un centro de rehabilitación y me metí. Vi muchos chicos, que pasaron cosas peores y me dije me voy a dar una oportunidad. Pero sin dudas el paso más importante es reconocer que estás enfermo”, aseguró.
“Pensé que iba a morir como drogadicto. Nunca pensé que podía salir, pero gracias a Dios cuando llegué a ese lugar las cosas cambiaron –agregó Maximiliano-, hice tantas cosas malas, porque no voy a probar hacer cosas buenas me dije. Estuve más o menos 4 años y medio, senti que tenía que seguir más de los dos años que me indicaban. Pero empecé a ayudar a otras personas que ingresaban brindando el testimonio”.
Por otra parte recordó que “he visto casos terribles que han cambiado, como no voy a poder yo me decía. El primer paso es reconocer el problema. Si la persona tiene ganas de cambiar puede salir”.
En la actualidad colabora en una iglesia del barrio norte, “hemos ayudado a varios chicos, allí me pueden encontrar para charlar sobre el tema”. Aseguró que no volverá a ser un adicto “la tentación está, pero yo se lo que quiero para mi vida. Trabajo en una metalúrgica y gracias a Dios estoy bien”.
Además tiene un sueño, “me gustaría mucho tener una casa o centro de rehabilitación, es difícil pero no imposible, un lugar abierto de prevención y de ayuda para los chicos en problemas. Creo que ayudaría un montón a muchos a salir”.
Finalmente opinó que la despenalización no es buena idea, “creo que será peor despenalizarla, el drogadicto estará contento, lo van a destruir”. Y como cierre cantó una canción alusiva a su lucha contra la adicción.
EL VALOR DE UN PADRE
A su turno Juan quien tiene un hijo en recuperación señaló que un día el joven le dijo que tenía que internarse porque era adicto, “en su momento no nos dimos cuenta, pero de a poco vimos que nos faltaban cosas en casa. Ante esta situación nos pusimos a buscar. Nos enteramos que en Josefina había un centro de rehabilitación y ahí fuimos. La primera vez viajó él solo y en la segunda fui yo. Lo acompañé. Me dijeron las normas estrictas que tenían que cumplir, no van de paseo, el chico viene a recuperarse me dijeron porque Dios lo puso acá para recuperarse. Se trata de un centro Evangelista Cristiano”.
Juan detalló que en el lugar las tareas son duras, “de las 8 de la mañana a las 8 de la noche trabajan, no están de vacaciones, tienen horario para todo, los primeros 15 días trabajan en una casa. Después van afuera, a la ciudad, cumplen tareas específicas, como lavado de autos, jardinería, pintura y fletes, y hay trabajo todos los días”.
"La recuperación tarda dos años, pero sienten los chicos que necesitan un poco más, hay pibes con 14, 15 o 20 años –agregó Juan- mi hijo esta bien, ahora puedo decir es mi hijo, antes me parecía que no lo era, no tenía comunicación, cero contacto con la familia, ahora estamos bien. Es una enfermedad que se puede curar y que se cura”. Aclaró que no se trata de utilizar medicación, “todo sin pastillas, es todo gratis, no hay que pagar, el centro se sostiene con el trabajo de los chicos”.
Por otra parte comentó que “a mi casa van muchas mamás a consultarme. Les digo donde pueden ir a una entrevista si es que el chico quiere recuperarse, obligándolo no van a conseguir nada. Puedo contarle el caso de un chico que no quería curarse o tratarse y poco a poco lo fuimos convenciendo y se fue dando cuenta y finalmente llegó a Josefina y lo acompañé. Logró internarse y lleva dos meses y esta muy bien. Ya van dos casos así”.
También para Juan la legalización del consumo será perjudicial, “no es una solución, chicos muy chicos ya consumen, quien va a hacer algo, imposible, será mucho más fácil conseguirla para todos”.