Cora, la Exploradora, asomó entusiasmada su mirada ampliada por unos lentes grandotes. Asomó también las primeras sonrisas de los niños y papás. “¿Se animan a entrar a este laberinto que según el relato de benteveos y cardenales existen personajes desopilantes?”, preguntó. La respuesta de los chicos no se hizo desear, era la primera vez que un ser humano ingresaba al Laberinto Ä.
Había una luz tenue. Cora dio algunas instrucciones pero su linterna no funcionó, allí contó con la ayuda de los niños que llevaron las suyas. Ahora sí, fue el turno de ingresar…
En la primera parada los esperaba una sirenita que habitó nuestros ríos. Nadie supo cómo llegó hasta allí. Se pudo saber que había que producir burbujas para poder recordarle su hábitat para que pueda volver a hacer la música que alguna vez fue conocida hasta en los lugares más inhóspitos de la región. La sirenita abrió los ojos y con su violín fascinó a los niños…
Laberinto adentro, las familias se toparon con un laboratorio, según la Exploradora Cora se trataba de los Científicos del Sonido. Hablaban en un idioma extraño, pero se hacían entender. La científica Alfonsa -ayudada por los niños- fue creando coloridos líquidos que los fueron ingresando en botellas. El científico Alfonso las analizaba y probaba cómo sonaban. Con las botellitas y líquido de colores inventaron un xilofón, con el que cantaron con los niños ayudantes de Cora, la Exploradora.
El recorrido siguió, los niños no quisieron detenerse ni un segundo. En una de las estrechas partes de este laberinto se encontraron con la Hechicera de Colores, quien estaba muy pero muy triste porque de tanto estar encerrada se fue olvidando sus hechizos para hacer colores.
Qué bueno que los chicos ayudaron a Colorinda y ella recordó sus hechizos y creó una hermosa remera verde para que pueda lucir en la gran fiesta.
Por un pasadizo muy pequeño, los más valientes, pudieron conocer a la Maga del Barro. Vieron girar barro y esta mágica personita creó una pieza de alfarería sin igual.
Llegando al final del recorrido, aparecieron unos personajes de los cuáles no había registro de ellos. Según comentaron en el momento, se llamaban Bambalina y un Tal Fulano, los que tienen el don de divertir a todo el mundo a través de malabares, piruetas e historias fascinantes.
Sobre el balance de la actividad, los coordinares de Ärbol para tu Nido remarcaron que “se trató de hacer un abordaje desde el juego y de la imaginación de las distintas disciplinas artísticas que se ofrecen: artes plásticas, iniciación musical, violín, circo, alfarería en torno, ilustraciones, guitarra, entre otras. Nuestros docentes y talleristas entiende al arte como un modo de vida, por lo que queremos agradecerles por acompañar esta propuesta desde lo más profundo”.
Finalmente, los responsables de Ärbol para tu Nido “agradecieron una vez más a las familias que se acercaron, sobretodo por la paciencia. Es que de tantos, pero tantos ayudantes, el laberinto se hizo cada vez más y más chiquito y no queríamos que nadie se pierda este momento. También un gracias enorme a Celina Zimmermann y a la Fundación RD por su invitación”.
Formaron parte del Laberinto Ä
Claudia Schneider como la Sirenita
Cecilia Sosa y Fabián Eberhardt como los Científicos del Sonido
Natalia Caballo como la Hechicera de Colores
Priscila Pez como la Maga del Barro
Esteban Sosa y Loly Pijuán como Bambalina y un Tal Fulano
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