Por Ariel Aiello
Colón vuelve a mirar hacia adentro. En medio de un presente lleno de dudas, el club le entrega la conducción del primer equipo a un hombre de la casa: Martín Minella.
Minella no es una cara nueva. Es un formador, un trabajador silencioso, de esos que conocen los pasillos del predio, que vieron crecer a muchos de los que hoy están en el plantel profesional. Fue parte de proyectos en juveniles, de cuerpos técnicos que apostaron por la identidad, de esos que no gritan, pero construyen.
Hoy le toca dar un paso adelante. No es sencillo. No hay margen. Pero hay algo que lo acompaña: el conocimiento profundo del club, el respeto de los jugadores y el cariño de quienes saben lo que viene sembrando desde hace años.
No llega con promesas vacías. Llega con trabajo. Con pertenencia. Con la certeza de que dirigir a Colón es mucho más que elegir un sistema táctico.
Martín Minella representa la esperanza de que se puede volver a creer desde adentro. Que no siempre hay que buscar afuera lo que se tiene en casa. Que los que sienten la camiseta también pueden conducirla.
Hoy empieza una etapa. Y como toda etapa, necesita tiempo, confianza y acompañamiento. No será fácil. Pero si algo ha demostrado Minella, es que está preparado para los momentos difíciles.
Porque cuando el club llama, los que aman de verdad no preguntan: responden.
