A partir de la mañana del lunes 2 de enero habrá una capilla ardiente en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, para que los fieles puedan rendirle tributo.
Después de una breve agonía, murió hoy, a los 95 años, el papa emérito, Benedicto XVI. “Con pesar doy a conocer que el Papa emérito Benedicto XVI ha fallecido hoy a las 9.34 horas (5.34 de la Argentina), en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano”, anunció el vocero papal, Matteo Bruni. “Apenas sea posible se proporcionará mayor información”, agregó.
A partir de la mañana del lunes 2 de enero habrá una capilla ardiente en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, para que los fieles puedan rendirle tributo, informó la Sala de Prensa del Vaticano.
La preocupación por el estado de salud del papa y teólogo alemán surgió el miércoles 28 de diciembre, cuando su sucesor, Francisco, reconoció que estaba “muy enfermo” y pidió “una oración especial” a los fieles que asistían a su audiencia general. Poco después, el portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni, confirmó que el estado de salud de Benedicto XVI se habían “agravado a causa de su avanzada edad”.
El secretario personal del pontífice emérito, monseñor Georg Ganswein, había afirmado en repetidas ocasiones en los últimos años que Ratzinger era como “una vela que se apaga lenta y serenamente”.
Un día después, la Santa Sede aseguraba que Benedicto XVI había “logrado reposar bien en la noche, estaba absolutamente lúcido y atento” y permanecía “estable”.
Una situación que prosiguió el 30 de diciembre, cuando también presentó unas condiciones “estables”, y hasta pudo asistir a una misa celebrada en su habitación.
EL PONTIFICADO DE BENEDICTO XVI
Su elección como Papa, el 19 de abril de 2005, no causó demasiada sorpresa: Joseph Ratzinger, entonces de 78 años, y prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, era el más estrecho colaborador de Juan Pablo II desde comienzos de los años 80.
Fue elegido en el 4° escrutinio, en un cónclave que él mismo presidió como decano del Colegio Cardenalicio.
Sus primeras palabras desde la ventana que da a la Plaza de San Pedro, ya como papa Benedicto XVI, fueron dichas con la humildad y sencillez que lo caracterizaron siempre: “queridos hermanos y queridas hermanas, después del gran Papa Juan Pablo II, los cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador en la viña del Señor…”
Casi 8 años después, sorprendió al mundo entero presentando su renuncia, el 28 de febrero de 2013, algo que no sucedía desde el siglo XIII. Ningún pontífice renunciaba, sólo la muerte abría el proceso de la sucesión.
Aquel gesto inédito inició el camino de una renovación que tuvo su primera manifestación en la elección por primera vez en la historia de un pontífice no europeo, el argentino Jorge Bergoglio.
Benedicto XVI ha pasado los años de su retiro en una residencia en el interior del Vaticano. No padecía ninguna enfermedad severa, sólo los achaques normales de su edad avanzada. Progresivamente había ido perdiendo la movilidad y la voz, lo que limitaba aun más sus apariciones públicas y su participación en oficios religiosos.
Con información de Infobae y La Nación