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Soberanía, Deuda Externa y Fondos Buitres

Soberanía, Deuda Externa y Fondos Buitres

 

 

 

La deuda externa es el instrumento que un país utiliza para crecer en base a un plan programado, estudiado, discutido y aprobado por el Congreso de la Nación.

 

La finalidad última de endeudarse es la de generar riquezas para el bienestar de los habitantes del país.

 

Por el contrario, nuestra deuda externa es la madre de todos nuestros males.

 

No respondió a ningún modelo, no quiso producir riqueza, ni por ende menos distribuirla, nos llevo y nos lleva actualmente a la decadencia.

 

La deuda externa argentina es el resultado del conjunto de obligaciones asumidas por el estado y las empresas privadas argentinas con gobiernos u organismos de otros países.

 

Por definición de ganancia y por el lugar de origen de los prestadores, cuando se contrae deuda externa, más tarde o más temprano, siempre sale del país más de lo que entró.

 

Así como los particulares en muchos casos deben otorgar garantías para obtener los préstamos, de igual manera los países.

 

Pero ¿qué podía ofrecer nuestro país como garantía?. Al equipo económico de ese momento se le ocurrió la cesión a los acreedores de los ingresos impositivos futuros, lo que constituiría ofrecer como garantía la renta de los argentinos.

 

Después de la hiperinflación de fines de los años 80, por ley, el plan de Convertibilidad, en el año 1991. Determino un tipo de cambio fijo que establecía que un peso seria intercambiable por un dólar.

 

De esta manera, el peso argentino se encontraba sobrevaluado, es decir, el dólar era demasiado barato, lo que hacia que todos los artículos importados fueran, también, baratos y que, al mismo tiempo, los productos argentinos fueran caros para los extranjeros.

 

Además de las privatizaciones y la contracción del Estado, esta política monetaria fue una de las causas de la acelerada desindustrialización de la Argentina durante la década de 1990.

 

Para sostener esa paridad cambiaria, Argentina debió recurrir en forma indiscriminada al endeudamiento externo.

 

Cuando acceden al gobierno las nuevas autoridades en el año 1999, producto del proceso electoral, deciden sostener la convertibilidad.

 

La necesidad de dólares era cada vez mayor. El sobrendeudamiento no se empleo para alcanzar un mayor crecimiento o una mejora en la distribución de la riqueza, sino para sostener un esquema financiero que beneficiaba a unos pocos.

 

Ante la primera grave crisis sobreviviente, las autoridades de ese momento nos hablaron de la necesidad de realizar el “Blindaje” mediante prestamos por sumas extraordinarias.

 

La lógica del “Blindaje” era aun mas despiadada. A cambio del préstamo de 40.000 millones de dólares, el Estado se convertía en un mero pasamanos: ni bien recibía las divisas debía aplicarlas al pago de deudas prexistentes. Las autoridades, por su parte, debían comprometerse a aplicar las clásicas recetas del FMI. Todas estas medidas se enmascaraban bajo tecnicismos tales como “metas fiscales”, “ahorro público”, “racionalización del gasto”, “efientizar el Estado”, etc.

 

A pesar de haber sido anunciado como remedio a todos los males, pronto quedo claro que el “Blindaje” no solucionaría los problemas que afectaban a la economía argentina. Por esta razón, las autoridades se embarcarían en otra nueva solución mágica que recibiría el nombre de Mega-Canje, ya con Domingo Cavallo como Ministro de Economía. El Mega-Canje pretendía aliviar los pagos de intereses y de capital de la deuda externa argentina, canjeando la deuda por una nueva que permitiera pagar en un plazo mayor. Sin embargo, ese canje iba a tener un costo exorbitante e implicaría seguir incrementando la deuda externa.

 

Conocemos hoy cual fue el fin de esta historia. La deuda externa impagable se renegocio una y otra vez con un único resultado: el crecimiento exponencial de los montos adeudados. Mientras tanto, el papel del Estado se reducía hasta convertirse casi exclusivamente en una maquina de pagar los intereses y capital adeudado, sin que hubiera espacio para ninguna otra política económica.

 

En diciembre de 2001 estallo la crisis mas grande de nuestra historia, dejando en claro que la lógica del sobrendeudamiento solo trajo a nuestro pueblo miseria, desempleo, desindustrialización, estancamiento y exclusión social.

 

Transitamos ahora una tercera etapa, de reestructuración, la cual, a diferencia de las anteriores, es acompañada por un crecimiento económico sin precedente, habiéndose mantenido al conjunto de los argentinos ajenos a cualquier impacto negativo que pudiera tener este proceso.

 

Hay que destacar, además, que la misma se hizo sobre la jurisprudencia del esfuerzo compartido. Según esta figura, el compromiso del deudor y del acreedor es reciproco, ya que el primero obra de buena fe y ofrece las mejores condiciones para el pago, y el segundo acepta, porque sabe que coloco sus fondos bajo condiciones que eran inviables de sostener. Cabe destacar que la reestructuración final del total de la deuda, transcurridas las dos ofertas de canje (2005 y 2010), alcanzó a más del 92% de los acreedores.

 

Esta política, que demostró ser exitosa, no puede ser impugnada hoy por un minúsculo grupo de especuladores que pretenden en forma compulsiva, el cobro del total de la deuda.

 

La Argentina posee argumentos muy solidos para defender este tipo de reestructuración. Ello por la teoría del esfuerzo compartido, por la vocación de pago, por el cumplimiento que esta haciendo de lo acordado y por el grado de aceptación que la oferta ha tenido por la mayor parte de los bonistas.

 

No resulta aceptable que la especulación financiera vuelva a prevalecer sobre el esfuerzo y sacrificio del pueblo Argentino.

 

Es necesario que, unidos, demostremos a quienes hoy pretenden nuevamente enriquecerse con maniobras especulativas, apoyados por fallos que lo único que contemplan es el resultado económico de una ecuación, que la amenaza y la extorsión no pueden quebrar la voluntad del pueblo.

 

De un pueblo que ya ha sufrido el escarnio de las negativas políticas económicas implementadas cuyo resultado ya debió afrontar.

 

Respondemos a las amenazas con la tranquilidad y firmeza de que el apoyo de los organismos internacionales obtenido, así como las negociaciones iniciadas, tengan como resultado el fin de demostrar al mundo que los argentinos asumimos las obligaciones y con nuestros propios recursos.

 

 

 

HECTOR JOSE HUBELI

 

SECRETARIO GENERAL

 

CENTRO EMPLEADOS DE COMERCIO DE ESPERANZA

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