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Locales

El Palacio Stoessel, un testigo del tiempo

Los que estamos convencidos que la protección del patrimonio arquitectónico de una ciudad, es la tutela del derecho de los ciudadanos a vincularse con el pasado  y reconocer en esos bienes tangibles, distintos retazos de nuestra historia, queremos destacar la decisión de adquirir el palacio Stoessel para su restauración o eventualmente puesta en valor.

 

Y esta medida es un aliciente y una señal para comenzar a trabajar seriamente en el tema y no tener que recurrir a los archivos fotográficos para conocer obras emblemáticas de la arquitectura de la ciudad, que cayeron en nombre de una supuesta modernidad.

 

Un Poco de historia

 

Como todos sabemos, Esperanza nace en 1856, como primera colonia agrícola organizada. En aquellos años, el Gobierno Provincial, como política de estado, sostuvo el  aliento a la implantación de colonias agrícolas. Esto se mantuvo durante un período prolongado, y permitió que de un territorio prácticamente sin explotación, pasáramos en poco tiempo, a tener grandes extensiones de tierras cultivadas. También, sobre todo en nuestra zona, la subdivisión de la propiedad (concesiones), por ser de un tamaño relativamente pequeño, generó la diversificación de la producción, apareciendo entonces otras actividades, como la explotación lechera, que les brindaba a los colonos nuevas fuentes de ingresos. Aquellos colonos e inmigrantes, se fueron estableciendo en el incipiente casco urbano. Esta primera urbanización se localizó en la llamada calle ancha, situada entre las concesiones de habla alemana y francesa. Aparecen entonces los primeros edificios, muy austeros. De esta etapa nos quedan muy pocos, casi todos han sido demolidos o modificados.  El más antiguo de esta época, que se conserva prácticamente intacto, es el edificio que conocemos como Casa de la Colonia, hoy Museo de arte Héctor Borla, que perteneció a Santiago Denner, y era su casa de familia y sede de la administración de su molino harinero, que estaba en la misma cuadra, sobre la Av. Los Colonizadores.

 

A medida que avanza el desarrollo de toda la región, Esperanza se convierte en el centro desde el cual se organiza el territorio, siendo sede de empresas colonizadoras, y siendo también centro proveedor de las nuevas colonias. Aquí empieza el florecimiento del proyecto, los negocios se multiplican, es incesante la actividad, aparecen multitud de nuevas fábricas que abastecen de todo lo que es posible imaginar, incluso recurriendo  a la importación. En esta etapa vemos aparecer los grandes edificios de Esperanza, la Casa Municipal, las Iglesias, los Centros Sociales, y los palacios. Aquí cabe una aclaración sobre este término, que se utilizó para denominar a las viviendas de cierta envergadura, en general con planta alta, y con detalles de jerarquía.

 

El Palacio Stoessel

 

Fruto de la impronta del gran desarrollo urbano de la ciudad  se construye poco después de 1885 el Palacio Stoessel, que se caracteriza por ser el único, en Esperanza, que posee techo con mansarda de pizarras. Perteneció a Juan Stoessel y su familia, quien junto a Carlos Bosh fundaron el molino Angelita. El Sr. Stoessel  también participó en la Empresa de Colonización de Guillermo Lehmann, dedicándose a la venta de tierras a colonizar.

 

Este edificio, forma parte de este proceso que vivimos en la región, originado por un plan primero a nivel provincial y después nacional, que consistió en poblar el territorio y hacerlo productivo. Es parte de la época de esplendor de nuestra nación, donde se puede reconocer lo exitoso que fue el proceso, del cual nos quedan estos hitos urbanos. Más allá de su belleza a nivel arquitectónico, que es indiscutida, también representa el esplendor de una época, que nos marcó profundamente, no solo a nivel local sino que este proceso se inicia en Esperanza y trasciende a todo el país.

 

Debemos  tomar  conciencia de que somos ese pequeño lugar de la república donde empezó un gran cambio, que nos llevó a ser una gran nación. La identidad de un pueblo es su mayor tesoro. Imaginémonos por un momento como sería  Esperanza sin su Plaza, sin sus Iglesias, sin sus edificios significativos ¿Nos sentiríamos esperancinos?

 

El mensaje que nos deja nuestra ciudad nos habla del valor del esfuerzo, de que es posible sobreponerse a los sufrimientos, como fue el desarraigo y las penurias por las que debieron pasar en un primer momento, y  que  el camino del sacrificio y el trabajo es el que debe transitarse para lograr los objetivos del  progreso, y así la grandeza de un pueblo.

 

Hoy es nuestro momento en la historia. Hoy debemos decidir si cuidar este mensaje nos interesa o no. Con la compra del edificio se ha dado el primer paso, pero la defensa del patrimonio no es solamente impedir que los edificios se demuelan. Sin mantenimiento de estos edificios, y librados a la casuística de ver que propietario les toca en suerte, terminan en algunos casos preservados y en otros,  cayéndose solos. El estado, como representante de la sociedad, debe ponerse al frente de esta situación, cuidando sus propios edificios patrimoniales, y solicitando a los privados que también lo hagan.

 

Una Propuesta

 

El problema  de la preservación aparece entonces, por el lado de la falta de recursos disponibles. Por un lado tenemos la necesidad de la sociedad de preservar el patrimonio, y por otro la falta de recursos. Por eso es interesante estudiar como resuelven con éxito, esta situación, en otros lugares. En este sentido, el proyecto que lleva adelante la ciudad de Curitiba en Brasil, merece nuestra atención, porque es uno de los pocos que encuentra una solución económica al problema. Lo que se ha implementado en esta ciudad es una compensación, que permite obtener los recursos necesarios para la restauración de los edificios. Lo logran a través de transferencia del potencial construible no utilizado del bien patrimonial, a otro inmueble propuesto, dentro de las áreas determinadas e incentivadas por el área de planeamiento urbano del municipio brasilero (prefeitura). De este modo, existe una parte que adquiere este plus no utilizado y a cambio hace un pago al propietario del bien patrimonial que de este modo obtiene los recursos necesarios para preservarlo. Planeamiento urbano y patrimonio trabajan juntos obteniendo beneficios que comparten. Los edificios se conservan en buen estado, la sociedad toda se beneficia  disfrutándolos a diario y ofreciéndolos a los turistas como puntos de interés. Esto requiere de áreas del municipio dedicadas a estudiar los distintos casos propuestos y a hacer un seguimiento, ya que los recursos se entregan por partes y se comprueba permanentemente que sean invertidos en el bien a restaurar y bajo supervisión de los trabajos que se realizan, que deben ser autorizados por el área de patrimonio.

 

Esta es por cierto  una alternativa viable para el problema de la conservación del patrimonio urbano, no sabemos  si será la mejor, pero merece la pena ser estudiada, porque propone una salida económica al problema, brindando los recursos necesarios para mantener el patrimonio y debidamente estudiado y anexado a un plan urbano, potencia áreas de crecimiento en la ciudad.

 

Esperancinos, nuestro rol en la historia ha sido importante, tomemos conciencia de ello, y hagamos posible que las próximas generaciones también puedan disfrutar del patrimonio que hoy aún tenemos. El Palacio Stoessel está en avanzado estado de deterioro, cada día cuenta.

 

Por que como bien señala Octavio Paz “ La arquitectura es el testigo insobornable de la historia, por que no se puede hablar de un gran edificio sin reconocer en él el testigo de una época, su cultura, sus sociedad, sus intenciones....”

Arq. Carina Denner

CARINA DENNER OBRAS PALACIO STOESSEL
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