El entusiasmo democrático no tiene edad. El pasado domingo asistimos a un hecho histórico que tal vez no tenga parangón en el país. Una esperancina por adopción, nacida en el pueblito de Portugalete, allá por 1916, Marcela Blanca Blazer de Plantón con 95 años fue a votar por trigésimo novena vez.
Emitió su sufragio en la Escuela Normal ante la mirada sorprendida de las autoridades de mesa y la emoción de sus parientes cercanos que la acompañaron.
Madre de tres hijos, abuela de 8 nietos y bisabuela de 13 bisnietos es todo un ejemplo de democracia.
Una fiscal le preguntó si conocía el actual sistema de votación, respondió que si y “no necesito lentes”, agregó y sin mayores prolegómenos se dirigió con sus cinco boletas al box para hacer las cruces necesarias.
Al regresar puso como debía las hojas en las respectivas ranuras y afirmó ante la emoción de los presentes que “espero seguir votando todas las veces que pueda, uno más y llego a las 40 elecciones”.
Sus ganas de participar son un ejemplo para las nuevas generaciones. Esa fuerza cívica es la base de las grandes democracias que gobiernan el mundo, así de simple y complejo. Esa fuerza que no tuvimos como sociedad en muchos momentos de nuestra historia. Una foto de un gran país que pudo haber sido y no fue.
