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Locales

Arancedo y su reflexión en la Jornada Mundial de la Paz

Al iniciar un nuevo año es tradicional que el Santo Padre nos envíe un mensaje para celebrar, el 1 de enero, la Jornada Mundial por la Paz, que iniciara el beato Pablo VI. Este año Francisco nos propone como lema una actitud para conquistar el bien de la paz: “Vence la indiferencia y conquista la paz”. La paz está comprometida. El mundo de hoy nos hace espectadores a través de una información permanente sobre los hechos, pero no despierta en nosotros una actitud responsable y solidaria. Nos adormece con la información y terminamos siendo consumidores indiferentes de noticias. En este aspecto, la indiferencia, afirma Francisco: “es a menudo vinculada a diversas formas de individualismo que producen aislamiento, ignorancia, egoísmo y, esto lleva, al desinterés”. Diría que es un llamado a despertar las conciencias en un sentido solidario. Esto vale a todo nivel, pero debemos empezar por las realidades más cercanas.

 

 

 

La paz es un valor y un deseo de todos. Queremos la paz pero no siempre invertimos y trabajamos para ella. Parecería que la queremos como un don, como un regalo, y no como algo que debemos conquistar con nuestro trabajo, testimonio y compromiso. La verdadera paz no es una componenda política, eso dura poco. Ella se construye con los valores de la verdad y la justicia, el amor y la solidaridad, el respeto a la vida y a la dignidad de todo hombre. Esto significa que debemos interiorizar esos valores para que tengan una fuerza vinculante en nuestro actuar. Vivimos un mundo en que se repiten palabras pero que no encuentran, sobre todo a nivel de dirigencia, un compromiso con ellas que se convierta en estilo de vida, docencia y ejemplaridad. Diría que los valores que se predican deben convertirse en virtudes, hábitos de actuar que orienten y determinen el comportamiento moral de las personas y la sociedad. La paz necesita del esfuerzo y la conversión, debe ser conquistada, es una tarea de todos.

 

 

 

Se trata, nos dice el documento: “de sensibilizar y formar el sentido de responsabilidad respecto a las gravísimas cuestiones que afligen la familia humana, como el fundamentalismo y sus masacres, las persecuciones a causa de la fe y de la pertenencia étnica, las violaciones a la libertad y de los derechos de los pueblos, el abuso y la esclavitud de las personas, la corrupción y el crimen organizado, las guerras que causan el drama de los refugiados y de los emigrantes forzados”. Como vemos el compromiso de la paz a nivel internacional es amplio, tal vez nos parece lejano aunque no tanto diría. Ello no nos debe eximir de revisar nuestra actitud en lo concreto de mi vida. Deberíamos preguntarnos, tomando aquella simple oración atribuida a San Francisco: ¿Soy, Señor, en mi vida y en mis relaciones instrumento de tu paz? El don de la paz que nos ha traído Jesucristo y que venimos de celebrar en Navidad, está llamado a convertirse en una tarea que nos comprometa a todos.

 

 

 

Reciban de su obispo, junto a mi afecto y mejores deseos para este año que iniciamos, mis oraciones y bendición en el Señor.

 

 

 

Mons. José María Arancedo

Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

ARANCEDO JORNADA DE LA PAZ PAPA FRANCISCO
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