Por Ariel Aiello
El fútbol vuelve a regalar una historia de orgullo para Esperanza. Alejandro Trionfini, hombre de trabajo, perfil bajo y enorme recorrido en el desarrollo deportivo, debutó como parte del cuerpo técnico de la selección de República Dominicana. Y lo hizo nada menos que frente a Uruguay, potencia sudamericana, en un amistoso disputado en Malasia.
El resultado —derrota por 1 a 0— es apenas una anécdota. Lo importante es el paso, el desafío, el salto de calidad que representa para un profesional formado en nuestras canchas, acostumbrado al esfuerzo y la planificación. Trionfini da un paso al mundo con la misma humildad con la que ha trabajado siempre: en silencio, con compromiso y con una visión moderna del juego.
Su trayectoria lo respalda. Formador de juveniles, observador minucioso, entrenador con fundamentos claros y convicción pedagógica, Alejandro construyó un camino a base de coherencia y conocimiento. Desde sus inicios en el fútbol local hasta su paso por distintas instituciones, siempre dejó su huella en la mejora del rendimiento y la organización. Ahora, esa experiencia se proyecta en el plano internacional, en una selección que busca crecer y dar pasos firmes en el mapa futbolero del Caribe.
No se trata solo de estar en un banco extranjero, sino de demostrar que el conocimiento, la disciplina y la pasión pueden trascender fronteras. República Dominicana inicia un proceso serio de profesionalización, y contar con un esperancino en ese equipo de trabajo habla del valor de nuestros técnicos, de la capacidad y formación que se genera en nuestra región.
Cada paso de Alejandro Trionfini será seguido con atención, no solo por lo que logre dentro del campo, sino por lo que representa: un ejemplo de que desde el interior, con convicción y trabajo, se puede llegar lejos.
Porque cuando un esperancino pisa suelo internacional, todo Esperanza pisa con él. Y en esa huella, queda marcada una historia de esfuerzo, pasión y orgullo santafesino.