El jueves Santo es el día de la Eucaristía y el día del sacerdote. Esto nos invita a alegrarnos de estos dones tan extraordinarios que nos legó Jesús.
De los sacerdotes depende en gran parte la vida sobrenatural de los fieles, solamente ellos pueden hacer presente a Jesucristo sobre el altar convirtiendo el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo y perdonar los pecados.
Todos los fieles participan de alguna manera del sacerdocio de Cristo y de la misión única de la Iglesia; todos están llamados a la santidad; todos deben buscar la gloria de Dios y trabajar en el apostolado, dando con su vida testimonio de la fe que profesan.
Este día nos recuerda la Última Cena del Señor con sus discípulos para celebrar la Pascua, que para los judíos representaba la conmemoración de la liberación de Egipto. Siguiendo la costumbre, Pedro y Juan siguieron las disposiciones de Jesús y cuidaron que todo estuviera correctamente dispuesto para la cena.
La preparación que nosotros debemos realizar es de carácter espiritual, Jesús nos invita al banquete pascual y desea que, al igual que los apóstoles, estemos debidamente dispuestos para participar intensamente en el sacrificio de la Misa, acudir al sacramento de la penitencia y recibir la Sagrada comunión, pues nosotros también somos discípulos.
El lavatorio de los pies forma parte de la ceremonia, el Maestro asume la condición de siervo, para eso, para servir, dejando muy en claro a sus discípulos que la humildad es indispensable para ejercer plenamente el ministerio recibido de sus manos. Servir antes que desear ser servido, no es una condición exclusiva para los sacerdotes, es la doctrina que todos los fieles deben llevar a la práctica.
La Eucaristía es el centro de nuestra vida espiritual, sabemos que Jesús está real y verdaderamente presente con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad bajo las especies del pan y del vino. Así lo dijo a los apóstoles con las palabras de consagración que ahora repiten los sacerdotes en la Santa Misa, este es mi cuerpo…, esta es mi sangre…, hagan esto en memoria mía.
Por eso, al visitar el sagrario nos disponemos al encuentro personal, frente a frente con el mismo Cristo, que siempre nos espera dispuesto a escuchar nuestras alegrías, penas, planes, propósitos, todo.
Invitamos los 1º jueves de mes a orar por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y a pedir muy especialmente por las familias, cuna de todas las vocaciones.
Aporte de O.V.E Basílica Natividad de la Santísima Virgen