CÓRDOBA.- Más allá de si resulta ser, o no, un "equipo" para aprovechar lo mejor posible a Lionel Messi, uno de los objetivos del técnico Sergio Batista parece ser el de emular el esquema que tantos frutos le dio -en lo deportivo y en lo personal- en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Tiempos en los que se mencionaba que el entonces técnico de los juveniles había alcanzado la fórmula que no encontraba en los mayores Alfio Basile, que había desistido de dirigir aquel Sub 23. Que el Checho había podido manejar nombres rutilantes. Que armó un equipo con la esencia de nuestro fútbol. Allá lejos y hace tiempo.
Frente a Costa Rica, Batista utilizará desde el arranque a siete futbolistas que estuvieron en la final ganada a Nigeria por 1-0, en Pekín, y el sistema 4-2-3-1 versión Juegos Olímpicos vuelve a escena para obtener la ansiada clasificación a los cuartos de final de la Copa América. El éxito llena de elogios y efectividad cualquier intención y en agosto de 2008 no fueron pocos los que citaron las atractivas variantes demostradas que debía tomar Basile. Es que por entonces al Cocose lo valoraba la intención y el juego asociado, pero se criticaba la falta de recursos cuando Juan Román Riquelme no estaba inspirado y, por sobre todas las cosas, la desconexión con Messi en ofensiva. Cualquier similitud con este presente del seleccionado parece simplemente una coincidencia.
¿Cómo jugó en Pekín 2008? Comenzó con Oscar Ustari en el arco, pero después de tres partidos dejó el puesto por la rotura de los ligamentos cruzados de la rodilla izquierda y entonces a Sergio Romero le quedó la responsabilidad detrás de una defensa conformada por Zabaleta, Pareja, Garay y Monzón. Delante hubo una pareja de volantes probada como Mascherano y Gago, la primera puntada para hacerle llegar limpia la pelota a Messi, que en ese equipo comenzaba volcado a la derecha y más adelantado. Es que en ese dibujo el enganche fue Juan Román Riquelme, que supo convivir con una Pulga menos dispersa, con mucho contacto con la pelota y rompiendo líneas junto con Angel Di María, la revelación del equipo por la izquierda. La referencia en el área fue Sergio Agüero. Así tuvieron un recorrido impecable, invicto, con goles inolvidables como en el partido con Australia (con ocho toques) y con jugadas maradonianas de Leo Messi, figura de la competencia.
¿Cómo lo hará hoy, en Córdoba? Con la misma pareja de volantes como salida, a excepción de que los laterales se sumarán en el medio campo debido a la necesidad de la Argentina de obtener un buen resultado. La gran diferencia es que Messi ocupará la responsabilidad de la creación por detrás de Gonzalo Higuaín, utilizado en este cotejo para que imponga presencia en el área rival. El Kun comenzará por la derecha y del otro lado estará Di María; ambos con la obligación de generar jugadas a un ritmo más intenso que el visto hasta ahora.
El 23 de agosto de 2008 la Argentina retuvo la medalla dorada en uno de esos días que dejan su huella para siempre. Con Messi y Agüero abrazados en los festejos. Con la Pulga repitiendo ante cada entrevista "Siempre voy a jugar en la selección, donde sea". Con Di María emocionado hasta las lágrimas después de una definición exquisita ante el arquero nigeriano en la final. Con Riquelme totalmente conmovido como si fuera un chico, varios días después del recordado Pacto de Shanghai, que alejó los fantasmas acerca de su relación con los más jóvenes. El Checho, un derroche de felicidad. Y con Diego Maradona aplaudiendo y lagrimeando desde la platea, bien cerca de un plantel que después heredaría en el camino a Sudáfrica 2010. Allá lejos y hace tiempo.
Por Martín Castilla - La Nación en Córdoba